Quien lea con honestidad intelectual e interés pedagógico a Ferrán Ruiz Tarragó, entenderá que el entorno escolar, que el aula, que la dinámica de comunicación que se establece entre el profesor y el alumno, que los itinerarios a través de los que se ensaya y aprende, nunca serán los mismos. La irrupción de la red, de los repositorios digitales de conocimiento compartido, de las herramientas de comunicación al alcance de la mano que permiten indagar, explorar y aprender en cualquier tiempo y lugar, rompen con los parámetros tradicionales. En “Educar, entre la evasión y la utopía“, dice Ruiz Tarrago: “si bien la problemática de la “sociedad del conocimiento/de la ignorancia” por su naturaleza parece trascender el ámbito del sistema educativo, no se puede obviar el hecho de que los conceptos y los mecanismos de la educación formal están en el epicentro de muchos desfases sociales. La incertidumbre de los tiempos actuales afecta de lleno a la función y al porvenir de unos sistemas educativos que fueron estructurados y universalizados en base a unos principios simples que los nuevos tiempos están erosionando profundamente: el control del espacio y de los flujos de información, la concepción gestionaria de la pedagogía (institucionalmente reducida a poco más que la gestión de la matriz profesor-materia-grupo-horario-aula) y la aplicación de mecanismos de acreditación del rendimiento académico que ritualizan y justifican todo el proceso, al tiempo que lo momifican”.
La revolución de las tecnologías de la información ha cambiado por completo ese panorama de espacios cerrados, compartimentados y momificados. Las nuevas competencias digitales pugnan por abrirse paso en un nuevo currículum basado en el aprendizaje por proyectos, por competencias, donde la investigación, la búsqueda, la indagación, el aprendizaje a partir del error, el juego compartido, la emulación, el afinamiento del juicio, la capacidad de análisis y la solvencia en la exposición de los resultados son piezas fundamentales del nuevo ecosistema de aprendizaje. Quien conozca el trabajo de José Manuel Pérez Tornero -uno de nuestros más destacados especialistas internacionales en las nuevas alfabetizaciones-, sabrá de lo irreversible y necesario de multiplicar las alfabetizaciones. En Empowerment through Media Education: An Intercultural Dialogue, puede leerse: de acuerdo con el European Charter for Media Literacy podríamos distinguir siete áreas de competencias que, de una u otra forma, deberían pasar a formar parte de todo currículum orientado a su adquisición:
• Usar adecuadamente las tecnologías mediáticas para acceder, conservar, recuperar y compartir contenidos que satisfagan las necesidades e intereses individuales y colectivos.
• Tener competencias de acceso e información de la gran diversidad de alternativas respecto a los tipos de medios que existen, así como a los contenidos provenientes de distintas fuentes culturales e institucionales.
• Comprender cómo y porqué se producen los contenidos mediáticos.
• Analizar de forma crítica las técnicas, lenguajes y códigos empleados por los medios y los mensajes que transmiten.
• Usar los medios creativamente para expresar y comunicar ideas, información y opiniones.
• Identificar y evitar o intercambiar, contenidos mediáticos y servicios que puedan ser ofensivos, nocivos o no solicitados.
• Hacer un uso efectivo de los medios en el ejercicio de sus derechos democráticos y sus responsabilidades civiles.
El entorno de aprendizaje tradicional favorecía la memorización y la reproducción individualizada de los contenidos en una carrera meritocrática que dejaba atrás a quienes no poseían, de partida, las competencias supuestamente necesarias. Hace tiempo que la sociología de la educación sabe que un buen remedio para esa aparente deficiencia es la promoción del trabajo colaborativo, del trabajo en grupo, de la mezcla de alumnos con competencias dispares, que se enseñan unos a otros, que intercambian sus experiencias y puntos de vista, que al dialogar construyen un espacio de conocimiento compartido. Esta competencia se potencia y eleva a un nuevo nivel en el ámbito digital mediante el uso de las tecnologías de la comunicación. Si alguien sabe algo de esto en España y ha trabajado sobre ello, empíricamente y sobre el terreno, es Ramón Flecha. En “Aprendizaje dialógico en la sociedad de la información“ dice: “La transformación de centros educativos en comunidades de aprendizaje supone una respuesta educativa igualitaria a la sociedad de la información. Con el presente sistema educativo, los centros de familias prácticas (cuyas personas adultas no tienen título universitario) tienen tendencia al aumento de la proporción de alumnado que no obtiene el nivel académico que la nueva sociedad requiere”. Y el reto sociológico se enuncia de la siguiente manera: “Las comunidades de aprendizaje parten de que todas las niñas y niños tienen derecho a una educación que no les condene desde su infancia a no completar el bachillerato y no acceder a un puesto de trabajo. Para lograrlo hay que transformar los centros educativos heredados de la sociedad industrial en comunidades de aprendizaje”.
Las tecnologías digitales nos permiten narrar, comunicar y compartir las cosas de una manera enteramente distinta a la tradicional, basada en la cultura del libro y en la enunciación sucesiva de argumentos más o menos complejos. El uso y aprendizaje de esas nuevas herramientas y de esa nueva estructura narrativa, compuesta de sonidos, imágenes y texto, es parte del trabajo que hace años viene desarrollando en su pionero grupo de Hermeneia Laura Borrás, una de nuestras mayores especialistas en narrativas multimedias y transmedia. En “Las humanidades serán digitales o no serán“, asegura Borrás: “La operación de leer siempre implica una comprensión del texto, sea como sea este texto, digital o analógico. Sin embargo, en la lectura de literatura digital el papel del lector cambia substancialmente en la medida que es un tipo de literatura que requiere de la interacción física y mental del lector, algo que va mucho más allá de la simple operación de pasar paginas con el dedo. Aquí el lector interviene en el proceso de creación de un itinerario de lectura, que aparece como fruto de su destreza, de su nivel de alfabetización digital, de las decisiones que toma en el texto y que le permiten avanzar y hacer emerger el texto que necesita para seguir leyendo. La lógica de lectura se ve profundamente transformada y aunque estamos investigando en esta dirección para saber exactamente cómo leemos literatura digital en pantalla, lo cierto es que el cambio es radical”.
Tíscar Lara, una de las personas que con más dedicación y aliento se han dedicado en los últimos años a reflexionar sobre los cambios que entraña la introducción de las tecnologías digitales en el aula, escribió en Alfabetizar en la cultura digital, corroborando todo lo que sus antecesores (en este post) habían argumentado: “se lee y se escribe más que nunca, pero en distintos soportes, en distintos contextos y en distintos lenguajes puesto que la lecto-escritura es cada vez más multimedia. Las competencias comunicativas que requieren estos nuevos entornos exigen la adaptación de competencias tradicionales como el análisis crítico de la información y su combinación con el ejercicio de nuevas destrezas que se están desarrollando en el uso de las TIC en red. Nuestros jóvenes están experimentando de forma natural lo que supone relacionarse en Red a través del uso intensivo de dispositivos digitales y de las aplicaciones web: telefonía móvil, redes sociales, mensajería instantánea, fotologs, vídeos online, etc. Sin embargo, ese aprendizaje informal no es garantía de una alfabetización suficiente para desenvolverse como ciudadanos, consumidores y productores de conocimiento en la Sociedad de la Información”.
En la primera semana del mes de septiembre tendré la suerte de dirigir en la UIMP de La Coruña, junto a Carmen Campos -experta acreditada en alfabetizaciones y dinamización de la lectura, responsable del programa Leer.es.
Con la participación como dinamizador y coordinador de grupos de trabajo de Fernando Trujillo -especialista en aprendizaje por proyectos y competencias y con una larga trayectoria vinculada a la formacíon del profesorado- y el resto de los profesionales anteriormente mencionados el curso Alfabetizaciones múltiples: una nueva ecología del aprendizaje.
Nuestra modesta aportación a la era de la cultura de la participación y al desarrollo de un nuevo entorno de aprendizaje.